domingo, 1 de febrero de 2015

Buscándose

Todo era oscuro, el letargo lo tenía consumido hace días, no daba más. Cuando se ponía a pensar se daba cuenta de que lo que en verdad lo consumía era esa sensación...no, mejor dicho esa condición profundamente animal que caracterizaba su ser en el último tiempo. 

Su vivir se resumía a despertar a cualquier hora, hacer un escrutinio del espacio que lo rodeaba sin mayor propósito que el de asegurarse de seguir vivo, comer algo, sentarse en la ventana mirando el horizonte y divagar sobre absolutamente nada en particular, dormir la siesta, despertar en la noche, emborracharse y escuchar música mientras escribe algo carente de talento que gracias a algún Dios ocioso  probablemente nunca verá la luz del sol. Los días se le iban así: perdidos, vacíos, animales.

Los momentos que tenía de lucidez se le hacían insoportables pues le servían únicamente para darse cuenta del estado en que se encontraba. Anhelaba aquellos días donde era brillantemente creativo, cuando se sentía motivado a llevarse el mundo por delante. Ahora no encontraba la razón por la que pelear, el punto de partida por el cual luchar era una construcción inalcanzable para su diezmado espíritu.

¿Qué hacer?

Hace algunos años, cuando aun era él, había reflexionado un montón sobre este tipo de procesos, digamos "la decadencia del ser". Por supuesto en esa época, desde su mirada artística de la vida, este estado del alma parecía mucho más poético, romántico y épico de lo que verdaderamente era. Él se había preparado, durante esas reflexiones, para sobrellevar una potencial decadencia de su alma sólo con el glamour del alcohol y las drogas, como buen rockero.

Nada más alejado de la realidad. Su depresión auto prescrita la vivía sin el más mínimo rastro de poesía callejera. Era polvo. Los sueños de siempre parecían tan lejanos que era preferible abandonar la empresa de hacerlos realidad para así evitar frustraciones. Objetivos y sueños de lado, a lo único que se podía aferrar como ser humano era al valor intrínseco de la cotidianidad, pero eso tampoco lo tenía ya que se sentía un animal. 

Finalmente un día se plantó se dijo a sí mismo: "Lo que tengo que hacer es buscarme, definirme de nuevo, re nacer como alguien con nuevos intereses". (Cómo se puede apreciar, realmente le venía bien la épica al voleo a nuestro amigo). Así estuvo, días re inventándose desde lo más profundo de la condición humana para concluir en un cuadro de rotundo éxito para su persona: Empastillado hasta la médula y durmiendo para siempre al fondo de esa tina de mierda llena de agua...