lunes, 1 de marzo de 2010

Y Llegó la Catástrofe...

3:33 a.m.,  27/Febrero/2010, Santiago de Chile: Después de una noche de ver el festival y escribir en el blog, me fui a lavar los dientes, me despedí de mis padres, cerré mi puerta y me fui a acostar.  A los pocos segundos de estar sobre mi cama, comenzó el movimiento, inmediatamente hice lo que siempre hago cuando hay un temblor, salí al pasillo del departamento a controlar a mi madre porque ella les tiene pánico.  Al salir encontré a mi mamá y juntos llegamos hasta la puerta de entrada y nos quedamos ahí, mi papá se nos unió en un momento, y ahí estábamos los 3 sintiendo un temblor bastante fuerte, pero normal en este país. El problema fue que este no se quedo tal cual, a cada segundo se sentía con mayor intensidad, más brusco, más fuerte, más sobrecogedor. Un ruido fuerte y un golpe se llevaron la electricidad haciendo que la escena fuera aún mas atemorizante, de pronto la fuerza del terremoto ya no permitía mantenerse en pie. El resto de los habitantes del edificio también estaba en las puertas de sus departamentos, los gritos y el pánico de las personas sumados a los escombros que caían y al ruido de cosas quebrándose en los departamentos ayudaban, cual efectos especiales, a completar el cuadro de terror.

Ahí estaba cada persona aferrándose a su fé o a  sus convicciones. En mi caso personal, nunca le he tenido temor a los temblores, de hecho siempre me provocaron una sensación extraña pero agradable, como de liberación de tensión. Esta vez, el movimiento era impresionante (desde luego si fue grado 8.5º Richter y yo vivo en altura), pero a pesar de eso, sentía tranquilidad, no si se era de rendición o de coraje, pero estaba tranquilo, viviendo esos eternos 2 minutos y medio junto a mis padres. Pensaba con inquietante tranquilidad en lo que podría ocurrir, en que todo podría terminar en ese momento, pensaba fríamente en que la estructura quizás no resistiría mucho tiempo más con esa intensidad brutal (para mi suerte, estaba equivocado). Mi cabeza estaba suficientemente ocupada pensando cosas, como para tener tiempo de asustarme. Después de casi 3 minutos que parecieron una eternidad, la tierra devolvió la calma, pero esta calma llevó al caos. Cuando terminan los eventos traumaticos, la gente comienza a vivir la verdadera crisis, la preocupación por los seres queridos que están lejos y la impotencia de ver como sus casas están destruidas. La fragilidad emocional de darnos cuenta de que no importa cuanto estudiemos,  aprendamos, ganemos o queramos, la naturaleza siempre estará ahí para recordarnos que somos tan insignificantes como ella quiera.

En el sur de Chile, la calma de la tierra dio paso a la furia del mar, que entró en los pueblos a reclamar tierra que no le corresponde. Llevándose casas, autos, sueños, ilusiones, esperanzas y vidas. Aumentando el daño hecho por el terremoto, sin permitir que la gente ni siquiera pudiera tener un respiro ante la tragedia. Después de la catástrofe, salieron a relucir algunas de las actitudes más despreciables de las personas, el saqueo de cosas innecesarias y el robo a algunas casas en estos momentos por parte de algunos seres, muestra que el mar y la tierra se equivocaron con las victimas que eligieron, así de simple.

Ahora que pasaron un par de días, comienza la reconstrucción. Pero la material no es la más importante, la que de verdad interesa es la personal, en la que cada persona debe buscar ánimo y fuerza en lo que pueda (religión si creen en algún dios, en el amor por su familia, en sus convicciones de vida o que se yo) para poder sobreponerse a todo lo ocurrido y continuar con la vida. Esta es la tarea más ardua, porque la ayuda material llegará tarde o temprano, en cambio conseguir ayuda emocional resulta difícil cuando se perdió una madre, un padre, un hermano, un esposo o un hijo. La reconstrucción interior es una tarea titánica para aquellos que resultaron más afectados.

En este momento, luego de saber que todos mis seres queridos están bien, espero de todo corazón que mi país sea capaz de sobreponerse a esta tragedia, que cada persona encuentre un motivo para tener fuerza. Al final lo que quiero decir es que espero que cada persona que perdió mucho más que una casa o un auto, tenga deseos de comenzar de nuevo la vida. Como estudiante de ingeniería y ciencias, sé y entiendo que los terremotos no son más que procesos geológicos naturales y que es parte de la vida en el planeta convivir  con ellos, pero esta perspectiva está, lógicamente, muy alejada de la que tienen las personas para las cuales este terremoto significó un quiebre profundo y negativo, al llevarse una parte importante de su vida. 

¡Vamos Chile a levantarse!


1 comentario:

  1. wow, recien me di cuenta que tienes un blog asi que estoy flotando por aqui ;) Me encanta como escribes! Que siga el blog.

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